02 junio 2008

.::I FESTIVAL MUNDIAL DE LA CIENCIA::.

Nueva York ha sido durante cuatro días la capital de las ciencias. El I Festival Mundial de la Ciencia, organizado por Brian Green, físico y profesor de la Universidad de Columbia, autor del clásico 'El universo elegante', ha inundado Manhattan con un chorro de inteligencia.

Acostumbrados a la frigidez de la metafísica, digamos, los mejores genetistas, matemáticos y físicos abrieron la espita de un mundo paralelo, más puro por verificable, el único real fuera de la metafísica y sus patafísicos príncipes, enemigo de los demiurgos y sus chisteras. "Todos comenzamos como pequeños científicos", ha comentado Green al New York Times, en alusión a como luego la inmensa mayoría de nosotros coloca un dique frente al conocimiento científico, transformado en terra incognita poblada de dragones.

El programa incluía actos en el Metropolitan Museum donde se discutieron las sinergias entre memoria y cine, mientras un grupo de niños, acompañados por un equipo de expertos (sherpas incluidos), imaginaban que ascendían el Everest. El neurólogo Oliver Sacks, autor de 'El hombre que confundió a su mujer con un sombrero', el reverendo Calvin O. Butts III y el coro de gospel de la Abyssinian Baptist Church debatieron sobre el poder de sugestión de la música en nuestro cerebro, cuando las neuronas bailan al ritmo de bemoles y corcheas. Alan Alda, inolvidable en M.A.S.H. y en varios títulos de su amigo Woody Allen, volvió a meterse el sábado en el cráneo del físico Richard Feynman en la obra de teatro QED, para después charlar con el astrónomo Vera Rubin y los físicos Stephon Alexander y Pierre Hohenberg sobre los avatares del genial científico. Alda, investido como paladín de la divulgación científica, estrenó el domingo su propia obra dramática, basada en las cartas de amor de Albert Einstein.

Otros ejemplos del apretado programa incluyen un debate sobre la ciencia de la longevidad, otro sobre la búsqueda de las leyes de la vida, uno más acerca del sueño de la teoría unificada de Einstein, otro sobre aquello que nos hace humanos, una coreografía en el Guggeheim basada en 'El universo elegante', un mesa redonda sobre ciencia y fe, una conferencia sobre las sinergias entre la magia y las matemáticas (quizá una redundancia, luego de la anterior), otra sobre los genes y nuestra biografía, una panoplia de actividades para niños en Washington Square, etc.

Con la ciudad hechizada y llenos absolutos, el Festival ha liquidado sus propias previsiones. La ciencia es un océano que la mayoría descubre tarde, o no descubre nunca. Para remediar el error, músicos del calibre de Lukas Ligeti, cineastas (Doug Lima, director de The Bourne Identity), físicos (Jim Gates, Leonard Sussikind, Paul Nurse), astrobiólogos (Maggie Turnbull, Paul Davies y Steven Benner) y paleontólogos (Richard Leakey), participaron en encuentros con títulos tan sugestivos como 'Bioarte en la era del terrorismo', 'Tú y tu cerebro irracional', 'Historias de experimentos que fueron mal', 'Un viaje por el espacio y el tiempo', 'Ciencia de la moralidad', 'El ojo de la mente' o 'La Sexta Extinción'.

Hace unos días, en el Marcus Garvey Park, en Harlem, paseando a los perros, un vecino, dueño de un inmenso chucho, resultó ser profesor de sistemas y biología computacional. Tras hablar sobre su trabajo, contemplando la puntera de sus zapatos, comentó que "todos los grandes científicos han trascendido esta condición para convertirse en humanistas, o quizá es que no existe tal distintición". O tal vez es que los últimos humanistas sean los científicos. Blanden el escapelo del método donde otros colocan la podrida cesta de sus creencias, tan llena de humo que festivales como el que nos ocupa resultan altamente recomendables. Al menos, ya hay garantizada una próxima edición.


No hay comentarios.: